Me atrevería a decir que la entrada de Sospechositos en el mundo Swinger hace justo un año no fue la habitual de otras parejas. Acabamos en un local casi de casualidad, fuimos a mirar y acabamos intimando junto a otra pareja y ahí entró el abanico de posibilidades que podía aportar la experiencia a nuestra relación, más cerca de los 20 años de duración que de los 10. Hoy ha pasado justo un año desde el día en que nos pusimos la máscara, y puede que sea un buen momento para repasar qué nos ha aportado.
Sí, naturalmente, no todo lo que nos ha pasado es bueno, pero en los últimos 365 días hemos vivido una serie de cosas que hace 366 días nos habrían parecido imposibles para los mojigatillos Sospechositos de antes de ponerse la máscara. ¿Qué le contaríamos a esos pipiolillos hoy si nos los encontrásemos? ¿En qué ha mejorado nuestra relación desde que la compartimos en horizontal con otras parejas y amigos? Vaya por delante un aviso: nuestra experiencia puede diferir de la vuestra, naturalmente, así que no podemos garantizar que todo lo narrado a continuación se aplique a otras parejas decididas a dar el paso. Entendedlo como nuestra experiencia: una experiencia que ha sido, por cierto, deliciosa. ¡Comenzamos!
Ser swinger te une más como pareja
Algo que no podíamos sospechar es lo mucho que nos iba a gustar vernos disfrutar con otra gente. Algo que tampoco podíamos sospechar era que sabríamos separar lo nuestro (nuestro lazo, nuestros sentimientos más íntimos) del sexo cuando estamos con otros con tanta facilidad… pero lo que sin duda no sospechábamos era el polvo del día después. Mezclar lo que pasó la noche anterior con la intimidad de nuestra habitación, de nuestra cama, de nuestros juegos y nuestros secretos al desnudo.
Ser swingers nos ha unido mucho. Muchísimo. Hemos descubierto que nos encanta disfrutar de esto a la misma velocidad, de la mano y conociendo a gente nueva e interesante que nos ayude a mejorar en lo íntimo el uno para el otro. Hablando claro, yo no habría sabido cómo aumentar nuestro vínculo, ya muy estrecho y sin fisuras, hace un año. Dicho vínculo, un año después, sigue tan fuerte como entonces… pero ha sumado un plus que ha fortalecido una relación que ya era fuerte de por sí.
Ser swingers nos ha hecho mejores personas, mejorar nuestro físico y cuidarnos más
Sospechosito ya venía de un cambio físico imponente cuando decidió cruzar el umbral del club y ponerse la máscara… pero el conocer el ambiente swinger nos ha dado alas y nos ha animado a ambos a mejorar nuestra forma física. ¿Cómo? Naturalmente, con ejercicio, pero también informándonos de nutrición y cambiando nuestra dieta a una mucho más sana, equilibrada y óptima para nuestro estilo de vida vertical. ¿Lo habríamos acabado haciendo igual? Puede que sí, pero el querer estar mejor para futuros encuentros y, en definitiva, nosotros mismos, también supuso un buen empujón.
No acaba ahí nuestro cambio estético: desde que comenzamos nuestra andadura Swinger también nos preocupa vestir mejor y estar más presentables. No vamos a los sitios con las pintas que llevábamos antes, y los jerséis grotescos y los chandals de equipos de fútbol han pasado a mejor vida en nuestro armario. Ser swingers nos ha hecho querernos más a nosotros mismos y mimarnos más por dentro… pero también por fuera. Aquí os podemos garantizar que el cambio ha sido como el día y la noche.
Nuestra vida en común es mucho mejor
Respetamos a los consumidores de McDonald’s, KFC, Burger King y similares… pero el apartado anterior va un poco de la mano del presente. Como ya os hemos contado, nos encanta llevar a las nuevas parejas que conocemos a sitios estupendos de Zaragoza para cenar, tomar copas y lo que se tercie… ¡pero para ello hay que conocer esos sitios antes! El mundo swinger nos ha hecho mejorar nuestro paladar, y nuestras cenas de viernes en el fast food cutre americanoide de turno y el refresco a granel han cambiado por cenas top en restaurantes estupendos de la ciudad bañados con un Somontanito o un Borja espectacular.
Hemos aprendido de vinos, hemos saboreado nuevos licores y hemos sabido apreciar el salir de la zona de confort para buscar nuevas fronteras y placeres lejos de la cama. Como digo, no es una cuestión de que antes fuésemos unos siesos o unos aburridos… es que estábamos muy cómodos en nuestra rutina de más de 15 años haciendo las cosas igual. El fogonazo que ha supuesto para nosotros nuestras relaciones horizontales no han hecho más que motivarnos a atrevernos a hacer cosas que antes ni entraban en nuestro radar. Hemos ganado muchos hobbys y aficiones que, indirectamente, han llegado por las ganas de ser mejores amantes y acompañantes.
Nuestra nueva aventura nos ha permitido conocer a más de 40 personas en los últimos doce meses. No, naturalmente no hemos acabado con todas ellas en la cama… ¡pero no importa! El caso es que hemos conocido a gente excepcional. Hemos dado con nuevos amigos con nuevas profesiones, nuevas nacionalidades, nuevos sueños y nuevas fantasías. Con algunos hay auténtico fuego por apagar, con otros nos hemos sofocado repetidamente en nuestros múltiples encuentros… hay de todo, pero todo ha sido bueno.
De hecho, hace unas semanas nos pasó algo curioso. Una pareja de amigos quedó con otra a la que, francamente, sabíamos que teníamos muchas ganas. Coincidimos los seis en un club de Cuarte de Huerva y acabó dando la hora del cierre sin llegar a la cama. ¿Sabéis qué pasó? Que no nos importó para nada: lo pasamos genial y acabamos conociendo a otros dos nuevos amigos. Ahí supimos que lo nuestro con el ambiente swinger ya iba por el buen camino. El sexo importa, pero no es una parte del todo. Aunque…
El sexo swinger mejora nuestra propia vida sexual y sentimental
Porque el sexo no es lo importante, pero importa. Hemos aprendido, hemos enseñado y hemos compartido mucho. Sospechosita temía que perdiésemos el toque al sexo entre nosotros y que aborreciésemos las relaciones “de siempre” por nuestra nueva y exótica nueva forma de vida. ¿Ha pasado? Ni en broma: hemos pasado de tener alguna relación esporádica y por compromiso entre nosotros a estar todo el día contándonos lo mucho que nos gustamos, lo mucho que nos amamos y las ganas que nos tenemos.
¡Ya éramos cariñosos antes! No nos malinterpretéis. Solo es que la monotonía es humana, y más de 15 años en la cama con la misma persona puede acabar siendo algo recurrente, sin importar la cantidad de juguetes, prácticas y novedades que añadas, sois los dos de siempre. Y hay gente que se conforma con ello y es una decisión tan absolutamente respetable como la nuestra. No todo el mundo puede entrar a este ambiente, pero la suerte que hemos tenido nosotros es que a nosotros nos ha sentado como un guante. La vamos a seguir disfrutando durante el segundo año. ¿Nos acompañáis?
Índice